lunes, 14 de enero de 2008

Tomate un mate

Dificil va a ser actualizar el blog sin Lizzi, pero aca vamos, algo lindo que llego por mail en esas cadenas interminables, que solo lei porque decia que era de Lalo Mir. Es largo pero ameno.

Tomamos mate?

"El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca.
Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es
más bien una costumbre, como rascarse.
El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar
si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.

Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es "hola" y la
segunda "¿unos mates?".
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.
Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios
o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras
estudian o se drogan.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse
en cara.
Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno.
Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos
y los malos.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito,
con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme
cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el
corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo,
dulce, muy caliente, tereré,
con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.
Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente
pregunta, cuando no hay confianza: "¿Dulce o amargo?". El otro
responde: "Como tomes vos".
Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba.
La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con
inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de
nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba,
un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.
Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser
un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular.
Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los
padres.
Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por
primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí.
El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin
que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que
tiene alma. O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero
no es un día cualquiera.
Ninguno de nosotros nos acordamos
del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber
sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones.
El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...
Es la solidaridad de bancar esos! mates lavados porque la charla es buena.
La charla, no el mate.
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras
el otro toma y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!".
Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar, estúpidamente, "¿está caliente, no?".
Es la modestia de quien ceba el mejor mate.
Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación.
Es la justicia de uno por uno.
Es la obligación de decir "gracias", al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones
que compartir. "

....de Lalo Mir en el programa "Lalo Bla Bla" Radio Mitre

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